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  Santo Domingo estrena Casa Museo
 

 

Santo Domingo estrena Casa Museo

 

Santo Domingo estrena Casa Museo

Con una inversión cercana a los tres mil millones de pesos, en conjunto entre la Gobernación, el Ministerio de Cultura y la Alcaldía, fue entregada el 30 de octubre  de 2015,  la remodelación de la Casa Museo Tomás Carrasquilla en Santo Domingo, en el Nordeste antioqueño.

Más de ocho años han pasado desde que el municipio la compró por $65 millones. Al momento de la adquisición, en 2008, en ella funcionaban una cacharrería y un taller de alhajas. El Municipio y la Gobernación consiguieron hacerse con la propiedad, que fue declarada Bien de Interés Cultural.

Esta casa museo tiene objetos donados por la familia y la Biblioteca del Tercer Piso, fundada por Tomás Carrasquilla, autor, entre otras obras, de La marquesa de Yolombó y Simón, el mago.

Con este, Santo Domingo ajusta cinco monumentos nacionales. Tres estaciones del tren: Botero, Santiago y Porce; el Túnel de la Quiebra y la Casa Museo.

La casa museo Tomás Carrasquilla es un museo vivo, como explican los dominicanos. Por una parte están algunos objetos que pertenecieron al escritor: la cama, la mesita de noche, el escaparate... Por otro, decenas de cartas, de fichas biográficas en retablos en los corredores que rodean alrededor del patio. Su cronología. La Biblioteca del Tercer Piso se puede consultar sin sacar los libros de esa habitación. También habrá talleres de literatura, en narrativa y poesía y otras artes. Según el alcalde saliente, Fabio Ignacio Mira Valencia, harán de Santo Domingo un referente cultural. Establecerán kioscos con libros en diversos lugares en el municipio. Y crearán el concurso nacional de escritores Santo Domingo-Tomás Carrasquilla.

La Casa Museo:

Atravesamos el parque en diagonal para llegar al cruce de la calle 13 con la carrera 15, Bolívar con Girardot. Y el caserón que desde 1960 hasta 2008 fue de Celina Echeverri y Gonzalo Castro, tiempo en el cual lo ocuparon en negocios, entre ellos una cacharrería y un taller de alhajas, volvió a ser la vivienda del autor de Salve Regina. Fachadas muy blancas; ventanales y puertas de un verde aguamarina mate. Sobre la puerta, marcada con la nomenclatura 14-44, un aviso en letras metálicas doradas: «Casa Museo Tomás Carrasquilla».

La llave de hierro antigua todavía funciona. Marcada con las iniciales del abuelo de Carrasquilla, el dueño original de la vivienda, JBN, alterna su labor con una llave moderna.

Después de la recepción, dotada con escritorio y un escaparate con recuerdos e imágenes del escritor, como jarros, camisetas y retablos, está la habitación de Tomás. Le gustaba la primera, se oyó decir quién sabe a quién, para enterarse de todos los chismes. Está decorada con un retrato al óleo de Tomás, del pintor Isao Sasaki, 1932; cuadros religiosos alrededor de una cama sencilla: uno de la Virgen del Perpetuo Socorro y, en la cabecera, uno del Corazón de Jesús.

Tiene nochero con lámpara y fotos de chicas vestidas para la primera comunión, ¿sus sobrinas?, y un escaparate. Completan la decoración un espejo ovalado y retratos de dos mujeres.

Sin tener que salir al corredor, también puede pasarse a la Biblioteca del Tercer piso. Presidida por un gran retrato al óleo de Francisco de Paula Rendón, en varios estantes contiene numerosos libros organizados por temas por el profesor Nicolás Naranjo. Volúmenes de Religión, como Iglesia y Estado, de J.P Restrepo; el Año Cristiano; el Diccionario de Ciencias Eclesiásticas; Ciencias; Geografía; Literatura. Hasta un volumen de Panadería, Pastelería y confitería se ve en esa colección. “Lo que hay aquí es la tercera parte de lo que existió en el siglo XIX”, dijo el organizador, con un libro de La guerra y la paz de 1889 en la mano. Le contó al director de Cultura y Patrimonio de Antioquia, Adriana Milena Zafra, que hace poco tiempo se robaron un tomo de esta novela de León Tolstoi. Él lo halló en una librería de Medellín, lo reconoció, lo compró y lo trajo de nuevo a Santo Domingo. “Se están robando el patrimonio”, lamentó. Y le solicitó que desde el Instituto que dirige asigne presupuesto para instalar cámaras de vigilancia en la casa museo.

En la calle, un hombre pasó repartiendo volantes con un poema impreso del profesor Néstor Sierra García: Oda a Santo Domingo:

Recuerdos de mañanas muy perfumadas, de cantos de sinsontes en tono ardiente, propicios de tierras en bella vertiente entre Nare y las montañas empinadas.

Hay alegría en el pueblo de las tres efes. La casa de Tomás Carrasquilla era una de las más descuidadas; hoy es la más bella, como tiene que ser.

 

El escenario literario:

Santo Domingo, el pueblo que vio nacer  a Tomás Carrasquilla  que él describió como "frío, feo y faldudo" fue, como Macondo para García Márquez, el escenario de su universo literario. Un pueblo pegado al cielo, a 70 kilómetros de Medellín, al que aún hoy es difícil llegar por lo escarpado del terreno, y sobre el cual decía que "no se conocían otras máquinas que las de coser, los relojes y los molinos".

Allí vivió durante 40 años, allí comenzó a escribir y escribió obras como Simón, el mago y Frutos de mi tierra -su primera novela publicada en 1896- y desde allí su imaginación lo transportó a tiempos pasados y a geografías desconocidas, que describió con precisión gracias a sus lecturas: desde novelas, cuentos, revistas, periódicos y folletines, hasta novenas y misales.

Inició estudios en la Universidad de Antioquia pero se retiró por las guerras civiles y regresó a su pueblo donde trabajó como sastre, secretario del juzgado y juez municipal. Fue miembro de la Sociedad del Tercer Piso, un grupo de amigos lectores que fundó una selecta biblioteca en 1893, hoy patrimonio documental de la Nación.

A principios del siglo XX viajó a Medellín y luego, afectado por una quiebra del Banco Popular que lo dejó sin cinco, trabajó años en el dispensario de la mina de San Andrés, cerca de Argelia y Sonsón, pero nunca dejó de leer y escribir. En la diestra de Dios Padre, San Antoñito, El ánima sola y El Zarco, y artículos de crítica literaria como Las Homilías, que en su momento causaron polémica, son de esa época.

Entre 1914 y 1919 vivió en Bogotá, donde trabajó como funcionario del Ministerio de Obras Públicas y regresó a Medellín, donde escribió sus dos obras cumbre, La marquesa de Yolombó y la trilogía Hace tiempos, donde murió el 9 de diciembre de 1940, a los 82 años. 

Visión nacional:

Gran narrador de su época,  Tomás Carrasquilla no puede encasillarse en lo meramente regional. Creador de caracteres, constructor de almas de todas las edades y géneros, usa en sus novelas formas del discurso como el chisme, el texto periodístico, el sermón y la parodia y sus relaciones con el poder, y por medio de ello refleja las luchas ideológicas, sociales y políticas de la época, entre liberales  y conservadores. Sus preocupaciones eran nacionales y no sólo antioqueñas, como la controversia entre federalismo y centralismo, las estructuras políticas y sociales opuestas de la capital y la provincia o la relación religión-educación. Carrasquilla reprodujo con fidelidad "ese ambiente en el que religión y educación se fundían en una sola ideología cuyas fuentes eran El Catecismo del padre Astete, La Urbanidad de Carreño y las citolegias, las cartillas de aprendizaje basadas en la memorización con frases que generalmente se relacionaban con ser un buen cristiano", dice Bernal.

Su mundo de ficción preserva para la historia una época y muestra su visión crítica de las relaciones entre el centro y la periferia social y política. Una lectura renovada de sus obras permite una reconstrucción literaria de una parte de la historia colombiana. "En Colombia hay una historia difícil y violenta y la literatura que trata de reconstruirnos, la novela de la violencia de los años 50 y la del sicariato de los años 90, no logra construir personajes, ni belleza, ni mostrar el drama humano -asegura Bernal-. La buena literatura es la que logra plantear alguna de las preguntas sobre lo humano, y eso es lo que es y sigue siendo la obra de Carrasquilla".

Leer a Carrasquilla, entonces, puede ser un buen punto de partida para empezar a elaborar una respuesta del ser colombiano. Según Jorge Alberto Naranjo, otro gran estudioso del autor, a "Carrasquilla hay que merecérselo", por eso, si se llega al fondo de su obra será fácilmente visible para la literatura colombiana que Carrasquilla es como Dickens para la inglesa, Goethe para la alemana o Tolstoi para la rusa. 


Fotos: Guillermo Naranjo 

 

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Diario Informativo Barboseño
Cra 15 Nº 13-49
Barbosa, Antioquia.



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